Pues resulta que una decide trasladarse de Madrid a Barcelona y, como la decisión es de cierta enjundia, monta un aparato lúdico-festivo para despedirse a la altura de las circunstancias. Los amigos se reúnen, se preparan toneladas de pañuelos de papel en previsión, todo son cenas, cafeses, brindises y cuchipandas varias, y en el ambiente flota una emoción que te llevas para siempre en el recuerdo, ay qué boniiiiita fue la despedida de Madrí.
Con estos antecedentes, señoras y señores, ¿con qué cara dices, apenas transcurridos quince días y con las heridas de la despedida aún sin restañar (aquí me estoy poniendo trágica para que se vea que domino todos los registros) que vuelves por allí?
Pues 'asín' ha sido, por obra y gracia de un cliente que necesitaba intérprete a todo necesitar. Esta vez, como ya nos lo sabemos, los amigos pensamos despedirnos con un simple "chau", que mira lo que pasó hace dos semanas, derrochamos emoción a sacas y luego no nos quedaron lágrimas para aplaudir el segundo puesto de Antonio José en Eurojunior, a ver si todavía le creamos un trauma al pobre chaval, ahora que había conseguido superar lo de su nombre compuesto.
Pero en fin, que me aparto del meollo del asunto, y es que el güikén improvisado en Madrid me ha impedido participar en el planazo programado para esas mismas fechas en mi nueva casa barcelonina: ¡Visita Ikea y Compra y Monta Tus Propios Muebles Con Grandísimas Facilidades! (a los nórdicos les chifla el tuteo al cliente que no veas).
La verdad es que esto me ha acercado a mis cinco lectores, porque ahora entiendo la curiosidad, ganillas y expectación que levanta eso de ver cómo van quedando las estanterías. Todo el fin de semana me lo llevo en un sans-vivre que se acrecienta y se acrecienta, porque les Frères Miragaux, que han sido al final los encargados del asunto, no han soltado prenda y mucho menos fotos, así que aquí vivo en la inopia, como el resto del mundo (de toda España que me está leyendo, como dicen en Gran Hermano) salvo les Frères Miragaux, claro.
Así que no preocuparse, que el martes por la noche, cuando vuelva yo por mis nuevos feudos, prometo colgar todas las fotos y enseñar la mansarde ni más ni menos que como hizo la Preysler con Villa Meona...
¿Cuánto falta para el martes?
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