miércoles, noviembre 30, 2005
lunes, noviembre 28, 2005
Ahí vuelvo, Madrid
Pues resulta que una decide trasladarse de Madrid a Barcelona y, como la decisión es de cierta enjundia, monta un aparato lúdico-festivo para despedirse a la altura de las circunstancias. Los amigos se reúnen, se preparan toneladas de pañuelos de papel en previsión, todo son cenas, cafeses, brindises y cuchipandas varias, y en el ambiente flota una emoción que te llevas para siempre en el recuerdo, ay qué boniiiiita fue la despedida de Madrí.
Con estos antecedentes, señoras y señores, ¿con qué cara dices, apenas transcurridos quince días y con las heridas de la despedida aún sin restañar (aquí me estoy poniendo trágica para que se vea que domino todos los registros) que vuelves por allí?
Pues 'asín' ha sido, por obra y gracia de un cliente que necesitaba intérprete a todo necesitar. Esta vez, como ya nos lo sabemos, los amigos pensamos despedirnos con un simple "chau", que mira lo que pasó hace dos semanas, derrochamos emoción a sacas y luego no nos quedaron lágrimas para aplaudir el segundo puesto de Antonio José en Eurojunior, a ver si todavía le creamos un trauma al pobre chaval, ahora que había conseguido superar lo de su nombre compuesto.
Pero en fin, que me aparto del meollo del asunto, y es que el güikén improvisado en Madrid me ha impedido participar en el planazo programado para esas mismas fechas en mi nueva casa barcelonina: ¡Visita Ikea y Compra y Monta Tus Propios Muebles Con Grandísimas Facilidades! (a los nórdicos les chifla el tuteo al cliente que no veas).
La verdad es que esto me ha acercado a mis cinco lectores, porque ahora entiendo la curiosidad, ganillas y expectación que levanta eso de ver cómo van quedando las estanterías. Todo el fin de semana me lo llevo en un sans-vivre que se acrecienta y se acrecienta, porque les Frères Miragaux, que han sido al final los encargados del asunto, no han soltado prenda y mucho menos fotos, así que aquí vivo en la inopia, como el resto del mundo (de toda España que me está leyendo, como dicen en Gran Hermano) salvo les Frères Miragaux, claro.
Así que no preocuparse, que el martes por la noche, cuando vuelva yo por mis nuevos feudos, prometo colgar todas las fotos y enseñar la mansarde ni más ni menos que como hizo la Preysler con Villa Meona...
¿Cuánto falta para el martes?
jueves, noviembre 24, 2005
Yo sé dónde está el Neng
Mayormente: en el piso de al lado. Como los pisos centenarios no están habilitados para servir de catedrales del Trance, aquí estoy, tecleando al ritmo del "chumba-chumba", aunque me cuesta seguirlo. No os perdáis el telediario de mediodía, lo mismo lo abrimos en portada... (me pongo a afilar el cuchillo, gñññ).
Antes muerta que sencilla
A pesar de la prohibición-recomendación-súplica de cierto artista del aquaplas para que deje de imitar a la Lindo, gloria y prez de nuestras letras modernas, hay veces que me viene un sentimiento así como de escritora que da cursos de verano en el Escorial que, ché, ché, me trae en un sinvivir.
Y es que en cuanto mis cinco lectores me piden que añada entradas a esta bitácora (lo de blog está mal que lo diga una traductora puesta e impuesta en español fetén, gracias, señor Castro) yo, que siento que me debo a ellos igual igualito que la Lindurri a sus ocho millones, lo dejo todo, incluida la traducción urgente para mañana, y me siento aquí a "esgrimirme las neuronas" un rato, según la expresión feliz de una familiar a quien no voy a citar para evitar futuras rencillas(fraternales).
Pero claro, ocurre que la Lindurri lo tiene muy fácil, viviendo en Nueva York y de presidenta consorte del Instituto Cervantes, que así, Lindurri, lo siento pero está chupao, a ver a quién no se le ocurren cosas, con esa existencia cosmpolita e internacional. Yo en cambio, que llevo tres días encerrada en casa, y que lo más interesante que he hecho ha sido pintar el dormitorio de gris y blanco (chic que te pasas, aunque esté feo que yo lo diga), pues no encuentro experiencias glamurosas que transmitir a mis cinco lectores de la península y el extranjero.
Así que, hasta que empecemos a comprar muebles, que siempre da para fotos más jugositas y curiosonas, aquí os envío una foto en la que los del Hola me pillaron mientras iba a comprar el pan a Opencor, o pensabais que me pasaba el día en chándal pintando paredes. :)
También os envío más fotos del fin de semana, para que no penséis que tuvimos al probre Chimo escaleras arriba y abajo sacando muebles y trastos. Que también salimos a pasear por el centro, ¿eh? Thank y'all for visiting us (hola, Ella!)
Y es que en cuanto mis cinco lectores me piden que añada entradas a esta bitácora (lo de blog está mal que lo diga una traductora puesta e impuesta en español fetén, gracias, señor Castro) yo, que siento que me debo a ellos igual igualito que la Lindurri a sus ocho millones, lo dejo todo, incluida la traducción urgente para mañana, y me siento aquí a "esgrimirme las neuronas" un rato, según la expresión feliz de una familiar a quien no voy a citar para evitar futuras rencillas(fraternales).
Pero claro, ocurre que la Lindurri lo tiene muy fácil, viviendo en Nueva York y de presidenta consorte del Instituto Cervantes, que así, Lindurri, lo siento pero está chupao, a ver a quién no se le ocurren cosas, con esa existencia cosmpolita e internacional. Yo en cambio, que llevo tres días encerrada en casa, y que lo más interesante que he hecho ha sido pintar el dormitorio de gris y blanco (chic que te pasas, aunque esté feo que yo lo diga), pues no encuentro experiencias glamurosas que transmitir a mis cinco lectores de la península y el extranjero.
Así que, hasta que empecemos a comprar muebles, que siempre da para fotos más jugositas y curiosonas, aquí os envío una foto en la que los del Hola me pillaron mientras iba a comprar el pan a Opencor, o pensabais que me pasaba el día en chándal pintando paredes. :)
También os envío más fotos del fin de semana, para que no penséis que tuvimos al probre Chimo escaleras arriba y abajo sacando muebles y trastos. Que también salimos a pasear por el centro, ¿eh? Thank y'all for visiting us (hola, Ella!)
lunes, noviembre 21, 2005
Adios, por fin, muebles horrendos
El viernes por la noche, a pesar de que no era 19 de marzo ni nada parecido, dos valencianos con vocación internacional (Carlos y Chimo) tuvieron la oportunidad de "hacer terreta" en Estatutlandia, según se sube desde Castellón o se baja desde los Pirineos, todo recto.
¿Y de dónde, por qué esa oportunidad de volver a las raíces de lo esencialmente valenciano? Pues porque, como aquellos carpinteros de antaño, se vieron bajando a la calle muebles viejos y trastos inservibles que teníamos almacenados en casita. Cuando los vecinos los vieron, provocaron lo que los telediarios calificarían de "efecto llamada", y también ellos empezaron a sacar puertas, mesas, y otros muebles que tenían en casa por la pereza de llamar al 010. ¡Aquello empezaba a parecer una verbena!
Sin embargo, desafortunadamente, las tradiciones de antaño tienen hoy un final bien distinto. Cuando ya estaba hecha la pila de muebles, bien aseadita sobre la acera, en lugar de prender la fogata, como habría sido lo natural y lo procedente, creando jarana, alegría y confraternidad entre los vecinos (no olvidemos que vivimos en un barrio, y aquí lo del "sentiment de barri" se lleva mucho), pues se quedaron allí, tristes, mudos y apagados, hasta que a medianoche un camión del servicio municipal vino a recogerlos.
En realidad, es bastante lógico que las cosas sean así y de otra manera. ¿Qué habría pasado si, llevados por la nostalgia fallera, hubiésemos celebrado nuestra propia y particularísima cremà?
-- En Madrid, la gente habría comentado en tertulias y tascas lo envidiosos que son los catalanes, que por salir en prensa ya hacen lo que sea, hasta imitar a los parisinos: si hay que quemar coches, pues se queman, parece mentira tanta inquina y tanta envidia cochina...
-- En Valencia, el diario Las Provincias habría compuesto un artículo de fondo en tipo grueso, reflejando el cabreo general: pase porque insistan en que la bandera cuatribarrada es sólo catalana y no de todo el antiguo Reino de Aragón, pase porque insistan en que valencianos, mallorquines y sardos hablan catalán paladino en lugar de varios dialectos de una lengua común, pero las fallas.... ¡las fallas no se tocan! ¡No faltaba más! Y habría convocado una manifestación para el domingo por la calle Colón, "en defensa de la nostra terra y les nostres tradicions".
-- En Barcelona, en el Periódic de Catalunya, en el apartado sucesos, fallecimientos, notificaciones municipales y demás, aparecería esta reseña: (que traducimos para los profanos):
"Lista de multas impuestas por la Guardia Urbana el 18 de noviembre:
(...)
Por combustión indebida de elementos en la calle Moianès, 190 euros".
Que ya vamos pillando aquí de qué va el negosi... :))
NOTA: Cualquier amago de ver intencionalidad política en esta entrada debe ser rechazado sistemáticamente por falso, torticero y baladí. Que no hay más que animus jocandi y bien jocandi en esto, caramba. Todavía me veo yo respondiendo querellas....
¿Y de dónde, por qué esa oportunidad de volver a las raíces de lo esencialmente valenciano? Pues porque, como aquellos carpinteros de antaño, se vieron bajando a la calle muebles viejos y trastos inservibles que teníamos almacenados en casita. Cuando los vecinos los vieron, provocaron lo que los telediarios calificarían de "efecto llamada", y también ellos empezaron a sacar puertas, mesas, y otros muebles que tenían en casa por la pereza de llamar al 010. ¡Aquello empezaba a parecer una verbena!
Sin embargo, desafortunadamente, las tradiciones de antaño tienen hoy un final bien distinto. Cuando ya estaba hecha la pila de muebles, bien aseadita sobre la acera, en lugar de prender la fogata, como habría sido lo natural y lo procedente, creando jarana, alegría y confraternidad entre los vecinos (no olvidemos que vivimos en un barrio, y aquí lo del "sentiment de barri" se lleva mucho), pues se quedaron allí, tristes, mudos y apagados, hasta que a medianoche un camión del servicio municipal vino a recogerlos.
En realidad, es bastante lógico que las cosas sean así y de otra manera. ¿Qué habría pasado si, llevados por la nostalgia fallera, hubiésemos celebrado nuestra propia y particularísima cremà?
-- En Madrid, la gente habría comentado en tertulias y tascas lo envidiosos que son los catalanes, que por salir en prensa ya hacen lo que sea, hasta imitar a los parisinos: si hay que quemar coches, pues se queman, parece mentira tanta inquina y tanta envidia cochina...
-- En Valencia, el diario Las Provincias habría compuesto un artículo de fondo en tipo grueso, reflejando el cabreo general: pase porque insistan en que la bandera cuatribarrada es sólo catalana y no de todo el antiguo Reino de Aragón, pase porque insistan en que valencianos, mallorquines y sardos hablan catalán paladino en lugar de varios dialectos de una lengua común, pero las fallas.... ¡las fallas no se tocan! ¡No faltaba más! Y habría convocado una manifestación para el domingo por la calle Colón, "en defensa de la nostra terra y les nostres tradicions".
-- En Barcelona, en el Periódic de Catalunya, en el apartado sucesos, fallecimientos, notificaciones municipales y demás, aparecería esta reseña: (que traducimos para los profanos):
"Lista de multas impuestas por la Guardia Urbana el 18 de noviembre:
(...)
Por combustión indebida de elementos en la calle Moianès, 190 euros".
Que ya vamos pillando aquí de qué va el negosi... :))
NOTA: Cualquier amago de ver intencionalidad política en esta entrada debe ser rechazado sistemáticamente por falso, torticero y baladí. Que no hay más que animus jocandi y bien jocandi en esto, caramba. Todavía me veo yo respondiendo querellas....
viernes, noviembre 18, 2005
La pared de Arantxa
Con una semana de pinturreo a cuestas y mi paciencia casi totalmente agotada (según los expertos, pertenecemos a la generación de la satisfacción inmediata, lo que significa que cualquier trabajo que dure más de un día ya nos parece un rollo-repollo y además nos agota. Si algún experto me lee, puede citarme como caso práctico), el amarillo hortera de las paredes va desapareciendo y en su lugar va perfilándose el salón un poco más acogedor que habíamos pensado.
Así que, con la pintura aún fresca (y las cintas de papel sin quitar, no es que me haya salido por los bordes, eh?), aquí os envío las primeras fotos del nuevo look del salón, que no es por querer renegar de mi condición de manazas-hembra tan bien asumida, pero me ha quedado estupendo, como si fuese yo la artista de la familia en lugar de la intelectual de prestigio.
Como veis, además del blanco (que me ha quedado chipén) hemos, digo HE, que el artista del aquaplas no se ha manchado ni un poco, decía que he puesto una pared de Arantxa, que no podía llamarse de otra manera ya que está inspirada en una idea original suya (vamos, que la hemos copiado descarao). Así que Arantxi, ya sabes, a tu larga lista de reconocimientos y méritos, añádele la pared dedicada que desde hoy tienes en Barcelona. Para que no digas.
Así que, con la pintura aún fresca (y las cintas de papel sin quitar, no es que me haya salido por los bordes, eh?), aquí os envío las primeras fotos del nuevo look del salón, que no es por querer renegar de mi condición de manazas-hembra tan bien asumida, pero me ha quedado estupendo, como si fuese yo la artista de la familia en lugar de la intelectual de prestigio.
Como veis, además del blanco (que me ha quedado chipén) hemos, digo HE, que el artista del aquaplas no se ha manchado ni un poco, decía que he puesto una pared de Arantxa, que no podía llamarse de otra manera ya que está inspirada en una idea original suya (vamos, que la hemos copiado descarao). Así que Arantxi, ya sabes, a tu larga lista de reconocimientos y méritos, añádele la pared dedicada que desde hoy tienes en Barcelona. Para que no digas.
miércoles, noviembre 16, 2005
Vivir en medio del caos
Carlos dice que tengo que dejar de imitar tanto a Elvira Lindo y buscar mi propio estilo. Creo que tiene miedo a que dentro de poco empiece a llamarle mi santo y a comentar en esta página cómo agranda su obra ingenieril. En fin.
Seguimos en el proceso de dejar la casita chulipiruli. Ya está casi pintado el salón y nos morimos de ganas de volver a ver los dos únicos canales que se sintonizan en la tele y repachingarnos en el sofá, que ahora no podemos porque está en mitad del pasillo y, si te repachingas, pones perdida con los pies la pared de enfrente, lo que no es plan porque si no habrá que pintar el pasillo, y por ahí sí que no.
De momento nos hemos repartido las tareas, porque la mala costumbre que tienen las empresas de hacer ir a trabajar a sus empleados de lunes a viernes impide a Carlos participar en lo del pintarrajeo (con gran pesar suyo, ahora que se había metamorfoseado de manazas a manitas, hay que ver). Así que de día yo pinto, lanzando impercaciones cada poco, maldita pintura y malditas paredes, y de noche él monta muebles, armarios y hace sudokus.
Así que esperamos que dentro de poco podamos ya llamar a los de Nuevo Estilo para que vengan a hacer el reportaje a la casa, que no me dejan en paz, todo se les vuelve llamar para preguntar que cuándo envían el fotógrafo, y así no hay quien se concentre...
Seguimos en el proceso de dejar la casita chulipiruli. Ya está casi pintado el salón y nos morimos de ganas de volver a ver los dos únicos canales que se sintonizan en la tele y repachingarnos en el sofá, que ahora no podemos porque está en mitad del pasillo y, si te repachingas, pones perdida con los pies la pared de enfrente, lo que no es plan porque si no habrá que pintar el pasillo, y por ahí sí que no.
De momento nos hemos repartido las tareas, porque la mala costumbre que tienen las empresas de hacer ir a trabajar a sus empleados de lunes a viernes impide a Carlos participar en lo del pintarrajeo (con gran pesar suyo, ahora que se había metamorfoseado de manazas a manitas, hay que ver). Así que de día yo pinto, lanzando impercaciones cada poco, maldita pintura y malditas paredes, y de noche él monta muebles, armarios y hace sudokus.
Así que esperamos que dentro de poco podamos ya llamar a los de Nuevo Estilo para que vengan a hacer el reportaje a la casa, que no me dejan en paz, todo se les vuelve llamar para preguntar que cuándo envían el fotógrafo, y así no hay quien se concentre...
lunes, noviembre 14, 2005
El artista del aquaplas
Pues resulta que hemos empezado la mañana con el propósito bien definido de pintar el salón, que para eso nos hemos hecho una ruta por todos los centros comerciales de Barcelona que en la metrópoli son.
Imagínense a una pareja, manazas-macho y manazas-hembra, bastante torpes para los trabajos manuales (yo prefiero decir que es que somos una pareja intelectual de altura, que siempre es otra forma de reconocerlo, pero más elegante), enfrentarse a las cuatro paredes desnudas del salón con cierta desconfianza. De repente, hete aquí que el manazas-macho, demostrando que todas las teorías de la evolución no son más que un entretenimiento para crear cátedras en las universidades, siente la llamada del instinto innato del bricolaje, se acerca a los agujerillos de la pared y, para gran estupefacción de la manazas-hembra, que no siente ninguna llamada de nada, se pone a recubrilo todo con aquaplas y, por qué no decirlo, con cierto arte.
Enfurruñada porque el manazas-macho, al que desde ahora llamaremos el artista del aquaplas, la ha dejado sola en la incultura de los trabajos manuales, la manazas-hembra se sienta en la precariedad de ese salón lleno de parches de aquaplas, se asoma al ciberespacio, y grita: ¡socorro!
Imagínense a una pareja, manazas-macho y manazas-hembra, bastante torpes para los trabajos manuales (yo prefiero decir que es que somos una pareja intelectual de altura, que siempre es otra forma de reconocerlo, pero más elegante), enfrentarse a las cuatro paredes desnudas del salón con cierta desconfianza. De repente, hete aquí que el manazas-macho, demostrando que todas las teorías de la evolución no son más que un entretenimiento para crear cátedras en las universidades, siente la llamada del instinto innato del bricolaje, se acerca a los agujerillos de la pared y, para gran estupefacción de la manazas-hembra, que no siente ninguna llamada de nada, se pone a recubrilo todo con aquaplas y, por qué no decirlo, con cierto arte.
Enfurruñada porque el manazas-macho, al que desde ahora llamaremos el artista del aquaplas, la ha dejado sola en la incultura de los trabajos manuales, la manazas-hembra se sienta en la precariedad de ese salón lleno de parches de aquaplas, se asoma al ciberespacio, y grita: ¡socorro!
Barcelona, esa ciudad
Cuando uno llega a una ciudad nueva, lo habitual es que se haga con un mapa, una guía de los lugares más interesantes y, con semejante equipaje, se lance a la calle con una intrepidez no exenta de heroísmo.
Sin embargo, el artista del aquaplas (a su tiempo explicaré por qué le he rebautizado así) y yo, innovadores como el que más, decidimos que era muy corrientucho eso de hacer turismo de arte y decidimos hacer un circuito alternativo: Ikea, Leroy Merlin, Carreful... todos, todos los centros comerciales nos vimos en un tiempo récord.
Hasta tal punto nos estábamos mimetizando con el ambiente que, en un momento determinado, mientras salíamos felices empujando un carro tamaño king size lleno de cajas de montaje, pintura y otros útiles que nos son totalmente nuevos, le dije: "Cariño, me están entrando ganas de ponerme unos pantalones de chándal fucsia con bomber blanca, no sé por qué...", y el artista, asustándose bastante al ver que estaba creando un monstruo, me llevó al único centro comercial que somos capaces de aguantar sin demasiados agobios: el Club del Gourmet del Corte Inglés, a proveernos de ibéricos y paté (perdón, digo foie), para celebrar por fin mi llegada a la ciudad. ¡Viva!
Sin embargo, el artista del aquaplas (a su tiempo explicaré por qué le he rebautizado así) y yo, innovadores como el que más, decidimos que era muy corrientucho eso de hacer turismo de arte y decidimos hacer un circuito alternativo: Ikea, Leroy Merlin, Carreful... todos, todos los centros comerciales nos vimos en un tiempo récord.
Hasta tal punto nos estábamos mimetizando con el ambiente que, en un momento determinado, mientras salíamos felices empujando un carro tamaño king size lleno de cajas de montaje, pintura y otros útiles que nos son totalmente nuevos, le dije: "Cariño, me están entrando ganas de ponerme unos pantalones de chándal fucsia con bomber blanca, no sé por qué...", y el artista, asustándose bastante al ver que estaba creando un monstruo, me llevó al único centro comercial que somos capaces de aguantar sin demasiados agobios: el Club del Gourmet del Corte Inglés, a proveernos de ibéricos y paté (perdón, digo foie), para celebrar por fin mi llegada a la ciudad. ¡Viva!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)