miércoles, febrero 20, 2008

Una anecdota neoyorkina

Es casi la 1 de la mañana. Llevo todo el dia metida en la cama, por culpa de un catarro tamaño king size (se veia venir, tanto frio y tanto aire) y, aburrida, me levanto un rato a leer el periodico en Internet. Fuera hay un rugido intermitente, porque estan haciendo obras en la calle, y otro aspecto de "la ciudad que nunca duerme" se manifiesta en que las obras siguen exactamente igual por la noche. Ayer era un martillo mecanico, hoy es una motosierra serrando unos tablones. La paciencia de los neoyorkinos debe de ser infinita.

Hasta hace dos minutos. En un momento de pausa de la motosierra, todo el barrio hemos podido oir, con claridad pristina, a un tipo asomado a una ventana gritando, primero muy educadamente: "Excuse me! Excuse me!" Y luego: ¿Es que no tenemos derecho a xxxx dormir? ¿Para quien xxx trabajas? ¡¡¡¡Dime para quien xxxx trabajas, a ver si es posible conseguir un poco de xxxx tranquilidad en este xxxx barrio!!!!

O sea, neoyorkino total, comunidad participativa y demas, y de postre un fucking en cada frase. El operario de la motosierra, por toda respuesta, se ha limitado a subir las revoluciones al maximo, como un gamberro que aprieta a fondo el acelerador en punto muerto, pero despues ha parado la maquinita, y ahi ha terminado todo. Aparentemente. Porque dentro de cada casa, detras de cada ventana iluminada, todos estabamos haciendo la ola al inspirado vecino que, en tres frases gloriosas, ha expresado lo que todos sentimos. ¡Caramba con el ruido!

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