miércoles, septiembre 06, 2006

Londinenses de pro

Tres semanas llevamos aquí instalados y, con esa excitación con que el recién llegado intenta mimetizarse entre nativos, y febriles porque nuestra pronunciación del "th" sea perfecta, nos hemos lanzado a hacer todas las cosas típicas que, pensamos nosotros, uno tiene que hacer en Londonia:

-- Buscar casa. Bien, eso no solo se hace en Londonia, sino en cualquier parte del mundo. Uno llega, se hace un presupuesto, busca, llora, busca otra vez, y encuentra. La variante londinense es que el "uno encuentra" es equivalente exacto de "y otro uno se hace millonario". En mi próxima reencarnación quiero ser landlord londinense porque, adonde hemos llegado, es mucho, pero mucho mejor que ser Lord a secas.

-- El carnaval de Notting Hill. Aunque en todas las guías de Londres pone que desde aquella película el barrio ha perdido autenticidad y está lleno de miríadas de turistas buscando la puñetera librería, es bonito verlo. Sobre todo para quien puede. Lo más cerca que pudimos llegar fue a la fila diez, y además la alta concentración de gente hace que, por lógica, la concentración de cretinos también sea bastante elevada. En definitiva, lo mejor es olvidarse del desfile y pasear por el barrio, comer comida caribeña (deutchecitos: había mamoncillos!), beber leche de coco y bailar en algún "sound point", que es una forma bastante inglesa de llamar a las verbenas callejeras. Vamos, lo mismo que en las fiestas del pueblo, pero en Londres. Y con horario londinense, of course: a las 7, todos a casita...

-- Ver alguna exposición de renombre internacional, si puede ser polémica mucho mejor. Todo el camino hacia el pabellón donde se exponía Bodies - The Exhibition estuve preguntándome qué hacía yo, cagueta prototípica donde las haya e hipocondríaca de libro, yendo a ver una exposición de cuerpos reales despellejados y disecados al mejor estilo de los antiguos museos de horrores. Sin embargo, una vez allí, la cosa cambió. Vale, era escalofriante pensar que esos cuerpos eran de gente de verdad, pero luego empezamos a mirar lo que había dentro y, uf, era impresionante. Tantos músculos, terminaciones nerviosas, vasos capilares, vísceras... y todo en su lugar y perfectamente acoplado. Viendo aquello, se entiende lo de que el hombre es la máquina más perfecta que existe. Como el momento trascendente no podía durar mucho, también hubo tiempo para el "ji, ji, y solo es eso?" femenino ante la contemplación de la anatomía masculina al desnudo (y lo cuento sin complejos porque acabo de leer que es un rasgo antropológico universal, o sea que nada de sacudir la cabeza al leer esto, que lo mismito habríais mirado todos).
A estas alturas, la prensa española ya se había enterado de mi llegada a Londres, así que no pudimos librarnos de las cámaras ni siquiera en la tranquila visita a la exposición. Había un equipo de Cuarto Milenio, el programa del canal 4, preparando un reportaje sobre la expo, así que estad atentos, porque en cosa de quince días saldré dando explicaciones a todo el mundo mundial. ¡ Que alguien me lo grabe, por favor!

- Ver un musical en el West End. Bueno, no sé si puede considerarse algo típicamente londinense, ya que una vez en el teatro, uno se daba cuenta que había más españoles que en la Gran Vía en un día de paseo. Pero lo pasamos en grande. Vimos El rey león, a la espera de que estrenen Sonrisas y Lágrimas con la ganadora de How do You Solve a Problem like Maria (la maruja que llevo dentro rezuma felicidad. Nunca vi OT ni chorradas semejantes y, sin embargo, no me pierdo el casting para la selección de María en el musical londinense, con Andrew Lloyd Weber participando como cascarrabias y todo).

- Excursión dominical a Oxford. Igual que todo el mundo tiene un tío en América, pues yo tengo un primo en Oxford. Y (aunque por poco tiempo), más buenos amigos. Así que allí nos plantamos, a ver iglesias antiguas, dar un paseo por la orilla del Támesis y creer llenos de felicidad que empapuzarse de salchichas y puré de patatas es un acto de integración cultural de primer orden.

- Ir a un pub.
- Volver al pub.
- Descubrir el pub de al lado.
- Abrirse una cuenta en un pub (como lo cuento, totalmente verídico).
- Declarar que los pubs ingleses son lo mejor que hay y quezz poffavo alguien me traiga otra cevveza.
- Volver a casa dando trompicones.
- ¡¡¡YA ESTAMOS INTEGRADOS!!!

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