Algo malo tenía que tener Londres. Aparte de los precios, quiero decir. Lo de los precios altos se considera incluido en el pack, igual que en el precio de un billete de cine viene incluida la señora de la fila de atrás que cuenta la peli a las cinco butacas de su alrededor, por si los espectadores necesitan ayuda adicional. Pero me aparto de la cuestión. Decía que algo malo tenía que tener Londres y, tras unos cuantos fines de semana aquí, creo que empiezo a descubrirlo: no hay marcha en Londres. No me refiero con lo de marcha a los restaurantes, que de eso hay para aburrirse. Ni a los pubs, que llevan vida aparte (queridos niños, otro día hablaremos de los pubs ingleses). Pero toda la constelación de discotecas, bares, bares musicales, etecé etecé etecé, llenos de gente pasándolo en grande son como una cuestión de fe: tú sabes que existen, pero nunca los has visto.
Pongamos un grupo de estudiantes españoles cualesquiera (¡he vuelto a la Uni, ueoo, pero sin clases! ¡pregúnteme cómo!) que un viernes por la noche intentan hacer en Londres lo que cualquier persona haría en Madrí (snif), Barcelona, Valencia o Azuqueca de Henares: ir a un sitio a oír un poco de música, acodarse en la barra o marcarse un territorio en la pista, según gustos, y pasar un rato. ¡Ja! Los pobres ilusos... En Londres no se puede. No, no. Que no, caramba. Ahora os lo explico: En Londres todos los bares nocturnos tienen fuera, de serie, tres porteros tamaño armario sobre los que no hay que extenderse porque todo el mundo conoce bien su idiosincrasia particularísima. Pero además, los bares nocturnos ingleses tienen un elemento nuevo desconocido para el espanish medio: Una señorita en la puerta con una lista en la mano. Contra todo pronóstico, la señorita es la que se encarga de fastidiar la diversión, diciendo "You can't get in if not on the list", que en román paladino viene a ser "Si no estáis en la lista, largarse de una vez y no tocar las narices más, puñetas."
Igual da que los estudiantes se ofrezcan a pagar cualquier tipo de entrada, que le cuenten que estudian en la Venerable Institución, que dejen caer que van a ser los ejecutivos del mañana o que dejen traslucir con la mirada el "Ya vendrás a mi banco a pedir la hipoteca, jap...". Ella, ni se inmuta. Yo, con tres gorilas así detrás, tampoco creo que me inmutara mucho, la verdad.
Así que los estudiantes, agotados todos los recursos, se ven obligados a ir a algún sitio de los de "sin lista" donde, por el módico pago de unos 2o pounds (30 euros o, mejor aún, 5.000 pesetazas de las que duelen), pueden estar hasta las 3 en un garito cutre en el que, en Madrí, no durarían ni cinco minutos.
Así que, cuando en el Hola o el Vanity Fair nos enseñan las fotos de Madonna, la Paltrow o la Macca en super fiestas londinenses, no creáis que las sacan por ser cantantes polémicas, actrices oscarizadas o diseñadoras fashion, no. Las sacan porque ellas sí logran entrar. Mis heroínas.
martes, septiembre 19, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario