Sábado, 2 de la madrugada. Estás tecleando ante el ordenador soñolienta, con el forzoso cambio de horario al que obliga esa verbena clandestina que me han plantado a la puerta de casa ("Me voy una semana a las fiestas de Castellón: ¡Me lo voy a pasar en grande!", decía la ilusa), dudando entre si maldices la buena idea de aceptar un encargo de viernes para lunes --en plenas fiestas--, o si mejor prefieres coger una escopeta y montar un Puerto Hurraco a la moderna, en plena verbena festera, que seguro que al día siguiente abres hasta el Telediario de La 2...
En esas tiernas reflexiones se te han pasado diez minutos, miras el reloj del ordenador por hacer algo y de repente, caramba, que son las tres y diez. Te restriegas los ojos pensando que la pólvora de los últimos días te ha dañado el lacrimal, abres Internete para ver si el ordenador funciona bien (una causa efecto jamás explicada, pero cierta como la más cierta de las verdades cósmicas universales), y de repente la verdad, escrita en letras bien grandes en la página del buscador, te salta a la cara como un pulpo de tebeo y entonces descubres que eras la única pardilla en el universo que no sabía que esta noche cambiaba la hora. Y a mi me ha pillado trabajando. Maldita mi estampa... Abajo suena, por quinta vez, el pe-pe-pe de Carlinhos Brown. Me voy por la escopeta.
domingo, marzo 26, 2006
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